Galdos conoce muy bien el fatalismo de las leyes economicas que conducen a la persona humana al estado degradante de la mendicidad. En Misericordia tenemos una vision objetiva y casi documentada de un sector de la miseria de Madrid. Llego por sus pasos contados, y no podia menos llegar y permanecer alli hasta la muerte, por ley social, economica, si es que asi se dice. Cuando la protagonista salio una manana a mendigar, nos dice el autor, lo hizo con inevitabilidad de un destino prefijado por la organizacion de la sociedad: “Hizolo una manana, creyendo que lo haria por unica vez, y siguio luego todos los dias, pues la fiera necesidad le impuso el triste oficio mendicante, privandola en absoluto de todo otro medio de atender a los suyos. 2007. El autor sabe muy bien que recluir a los mendigos en asilos no constituye una verdadera solucion, pues se expone un pais a convertirse en una gran Sociedad de Beneficiencia.